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domingo, 7 de febrero de 2016

Africanos en Mar del Plata, historia de inmigrantes en tiempos de refugiados

Hombres jóvenes de Senegal, Nigeria, Camerún, Liberia y Sierra Leona cruzaron el Atlántico huyendo de guerras o de penurias económicas. En Mar del Plata se los puede ver por las playas, abriendo sus portafolios para ofrecer lo poco que hasta ahora la ciudad puede darles para sobrevivir: bijouterie y accesorios de reventa.


Cada año, cientos de jóvenes del continente africano llegan a Mar del Plata escapando de guerras y miserias. De dónde vienen, con qué sueñan y qué piensan del país los vendedores de bijouterie que coparon la ciudad.
Cuando se creó la Unión Europea, el flujo social y económico hizo que se necesiten de recursos humanos y, en ese marco, como muchos países africanos eran colonias, sus ciudadanos tenían la invitación a emigrar. Pero a partir de distintas crisis, desde el año 2002 en adelante, se empezaron a cerrar las fronteras en Europa del Sur. Así, la migración africana comenzó a volcarse hacia América Latina. Entre el año 1995 y 1998 comenzaron a aparecer en Argentina los primeros refugiados africanos de la zona de Senegal, donde había un conflicto armado. Luego, llegaron de países que limitan con el océano Atlántico, como Nigeria o Ghana. Por último, la segunda ola de inmigración se da en el período 2005-2006, pero ya con los llamados ?migrantes económicos?.
En este contexto, sería un error decir que de pronto Buenos Aires se llenó de inmigrantes negros cuando hace 200 años, en aquel histórico 1810, el 33% de la población argentina tenía sangre africana. Lo que sí es evidente, es que en los últimos años, centenares de hombres jóvenes de Senegal, Nigeria, Camerún, Liberia y Sierra Leona, entre otros orígenes, cruzaron el Atlántico huyendo de guerras o de penurias económicas y ahora, de este lado del océano, su presencia salta a la vista. Cada día ellos buscan su lugar en avenidas transitadas de Buenos Aires, abren sus portafolios, despliegan las lonas y montan rudimentarias tiendas para ofrecer lo poco que hasta ahora la ciudad puede darles para sobrevivir: bijouterie y accesorios aptos para la reventa por 20, 30 o a lo sumo 50 pesos que les den sustento.
David, un senegalés de Dakar que habla buen español y, aunque no lo admite, se comporta como líder de un grupo, contó que "la mayoría somos refugiados que buscamos asilo para evadirnos de los conflictos en nuestras tierras, es decir, sentimos miedo a ser perseguidos por razones de raza, religión o pertenencia a determinado grupo social".

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