El gobernador le había prometido al intendente de Tigre que
rompería con la Casa Rosada y apoyaría su candidatura. Pero se arrepintió.
Sergio Massa intentó ayer cerrar un pacto electoral con
Daniel Scioli. Incluso habían acordado, luego de las elecciones legislativas,
definir sus mutuas ambiciones presidenciales en una futura interna. Pero a
último momento el gobernador bonaerense se arrepintió. En el medio hubo
llamados intensos desde la Casa Rosada. Y Scioli terminó por alegar “motivos
institucionales” para bajarse del entendimiento.
Massa regresó desahuciado a reunirse con sus intendentes. La
jugada que imaginaba como el principio del postkirchnerismo se evaporaba en el
aire, tanto que tambaleaba la posibilidad de su propia candidatura. A última
hora, lo único seguro era que si Massa prefería quedarse en el acogedor refugio
de Tigre, la lista del Frente Renovador la encabezarían Darío Giustozzi, Malena
Galmarini de Massa y Felipe Solá. Apenas retazos del gran acuerdo que soñaba el
intendente.
A la Casa Rosada le volvió el alma al cuerpo.
La reunión de la última hora de la tarde entre Scioli y
Massa provocó un cimbronazo en el circulo de decisión del intendente de Tigre.
A pesar de que el gobernador bonaerense se mostró la última
semana dispuesto a romper con el Gobierno nacional, Scioli se sinceró y le dijo
ayer que no podía competir enfrentando a la Casa Rosada.
A las diez de la noche, el tigrense se encontró en el club
Vito Dumas de Rincón de Milberg con los intendentes Dario Giustozzi (Almirante
Brown), Joaquin De La Torre (San Miguel), Luis Acuña (Hurlingham), Gabriel
Katopodis (San Martin) y Luis Andreotti (San Fernando).
El ánimo de Massa había ido cambiando durante todo el día.
Por la tarde se mostraba de buen humor y aseguraba que sería él quien
encabezaría la lista. Por la noche era todo pesadumbre y resignación. Un mal
comienzo para una campaña electoral.
En las negociaciones previas a la ruptura del acuerdo, el
gobernador incluso le había pedido incorporar al diputado nacional Francisco De
Narváez. Sucede que Scioli mantiene desde hace meses un arreglo con El Colorado
que incluyó espacios en su lista para el sciolismo y pretendía que ese pacto no
se rompiera. Pero Scioli prefirió no oficializar la ruptura y continuar el
pacto con De Narváez en la sombra. Le seguirá aportando financiamiento a la
campaña por debajo de la mesa.
La relación entre Scioli y Massa siempre estuvo teñida de
desconfianza. Las escenas de ayer abonan las razones de ese sentimiento.
El gobernador bonaerense había advertido durante toda la
semana que esta elección podría llevarlo a la ruptura con el kirchnerismo.
Scioli se esforzó por aclarar que en caso de que la Casa Rosada pretendiera
convertirlo en candidato a diputado, él lo rechazaría.
Sin embargo, hasta el jueves, el gobernador bonaerense
intentó dialogar con Cristina Kirchner. Estaba dispuesto a que su mujer, Karina
Rabolini, formara parte de la lista del Frente para la Victoria. A cambio
pediría lugares en las nóminas bonaerenses, que le garanticen el auxilio a las
arcas provinciales y que los ultrakirchneristas eviten las críticas hacia su
gestión.
Pero hasta ayer, Scioli no le había podido decir nada de
esto personalmente a la Presidenta, y por ello, avanzó en el acuerdo con Massa,
en el que también el nombre de Rabolini como candidata entró en la mesa de
negociaciones.
Por la tarde, todo cambio. Y Scioli giró como un barrilete
en el viento y volvió a poner proa rumbo a la Casa Rosada.
La definición de las candidaturas en la Provincia es el dato
fundamental de cara a la votación de octubre e incluso una señal contundente
para la incipiente carrera presidencial.
El intendente de Tigre es el mejor posicionado en todas las
encuestas, ya sean encargadas por opositores o funcionarios nacionales. Pero
sus dudas lo acercan y lo alejan sistemáticamente de una candidatura.
El Gobierno aún no dio a conocer los nombres de los
candidatos que competirán por su lista.
Buenos Aires es el territorio que concentra el 38% del
padrón nacional con cerca de 11 millones de electores.
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