En 1982 el país transitaba una
época oscura. Desde 1976, las Fuerzas Armadas habían dejado de lado la
democracia y los derechos de la población, tomando por la fuerza la dirección
del país. Los problemas económicos y el empobrecimiento del país aumentaban día
a día, haciendo más visibles los conflictos sociales.
El 2 de
abril de 1982, los argentinos se despertaron con la noticia de que las Islas
Malvinas, aquel pedazo de tierra alejado al sur del país, habían sido
recuperadas por un sorpresivo desembarco de tropas del ejército, como muestra
de soberanía.
El
objetivo principal de las fuerzas armadas no solo fue recuperar las islas, sino
también desviar el foco de atención de una población golpeada por años de
dictadura. El gobierno inglés de Margaret Tatcher reaccionó enviando hacia las
islas un ejército superior en número y equipamiento.
Desde ese
momento, comenzó una cruenta batalla entre las tropas argentinas y británicas,
desarrollada tanto en el mar como en la tierra. Dos meses y medio después, el
14 de junio, la guerra finalizó con la rendición de las tropas argentinas. La
derrota infligida precipitó la caída del régimen militar que meses más tarde
llamó a elecciones. El 30 de octubre de 1983, la Junta Militar entregó la
dirección del país, permitiendo elecciones democráticas luego de siete años de
dictadura.
El
conflicto de Malvinas no solo ayudó a la caída de la Dictadura cívico-militar,
sino que marcó a toda una generación de jóvenes que lucharon en nombre de la
soberanía nacional.
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