Reforma de la curia, ataque a la pedofilia y al lavado de
dinero, rol en Medio Oriente y mediación con las FARC. La revolución de
Bergoglio.
El Papa no para. A casi dos meses de su pontificación, la
hiperactividad parece ser el leitmotiv del papado de Francisco. El lunes se
cumplirán sesenta días desde que Jorge Mario Bergoglio fue elegido para ocupar
el trono de San Pedro. En ese breve lapso, el Pontífice encaró sin preámbulos
las principales “batallas” que se le reclamaban al jefe de la Iglesia Católica.
Reforma de la curia, transparencia financiera, acción contra la pedofilia y
ejemplo de austeridad son algunos de los pilares de la intensa agenda papal.
La última novedad sobre la actividad del Papa se conoció
ayer y tiene que ver con el manejo de fondos en el Estado del Vaticano. La
Autoridad de Información Financiera (AIF) de la Santa Sede firmó un acuerdo
para el intercambio de información bancaria con el organismo análogo de los
Estados Unidos, el Financial Crimes Enforcement Network, con el objetivo de
fortalecer la cooperación en la lucha contra el lavado de dinero. Se trata de
un paso adelante ante las críticas al Banco Vaticano por normativas laxas que
lo colocan casi como un paraíso fiscal.
Francisco también se mostró rápido de reflejos sobre la
cuestión de la pederastia en el seno de la Iglesia. En apenas dos meses, ya
emitió dos comunicados sobre el tema en los que pidió seguir la política de “tolerancia
cero” de Benedicto XVI. Bergoglio cree que no alcanza con los esfuerzos de la
Congregación para la Doctrina de la Fe –encargada de combatir los delicta
gravoria contra la moral y los sacramentos– si no hay una colaboración activa
de las conferencias episcopales.
“El mensaje de Francisco fue claro: la guerra contra la
pedofilia va a continuar –dijo a PERFIL el vaticanista Andrea Tornielli, del
diario italiano La Stampa–. El Papa va a seguir en la línea marcada por su
antecesor. Lo que falta ahora no son leyes duras, sino un cambio radical de
mentalidad.”
Jorge Bergoglio también puso manos a la obra en la reforma
de la curia vaticana, el gobierno de la Santa Sede y de la Iglesia Católica,
desprestigiada por los escándalos que estallaron durante el papado anterior.
Apenas un mes después de su pontificación, Francisco creó un consejo de ocho
cardenales de los cinco continentes para que lo asesoren en la reforma de la
curia. La misión del grupo es reestructurar la jerarquía eclesiástica, con
epicentro en Roma.
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