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domingo, 21 de julio de 2013

“La Presidenta debe aceptar que se equivocó con Milani”

El exministro de Defensa critica que el Gobierno aplique un proceso de “desprofesionalización” de las Fuerzas Armadas que las aparta de su función: la defensa nacional.

Dentro de pocas horas, se tratará en el Senado y en Comisión el pliego del general de división César Milani, actual jefe del Ejército. No es habitual que esto suceda con quien está al mando de estas fuerzas en un gobierno democrático.

Una situación atípica que también se vio acompañada por la presentación espontánea de Milani ante la Justicia de La Rioja. Por eso quisimos consultar a quien fue, con el retorno de la democracia, secretario y luego ministro de Defensa desde 1983 hasta 1989.
A través de la amplia experiencia adquirida en aquel período difícil, Horacio Jaunarena considera que el episodio Milani tiene varias abordajes: uno de ellos es la personalidad del jefe del Ejército en sí misma. –reflexiona Jaunarena–. Creo que es un hombre que tiene un pasado tormentoso que debe aclarar. Además, tenemos que ver la manera de tratar las causas que tiene la Justicia por aquello de la teoría del “dominio del hecho” con la cual se ha acusado y condenado a muchos militares. Con esa teoría Milani debería haber sido, por lo menos, citado para saber qué ocurrió con los soldados que estaban bajo sus órdenes… Es un tema para analizar como también el del enriquecimiento. Son situaciones para analizar porque hacen a su trayectoria como persona, como militar. Insisto: debe ser aclarado. También hay que analizarlo como un instrumento del Gobierno para hacer, con las Fuerzas Armadas, algo que no se había hecho desde 1983. Le explico: desde 1983 los gobiernos que se sucedieron respetaron la profesionalidad de las distintas fuerzas. Y lo que ha hecho Cristina con la idea de “funcionalizar” al Ejército (dicho con otras palabras: transformar al Ejército en un instrumento del Gobierno para realizar políticas asistenciales) y a lo que se suma Milani cuando dice “…el Ejército va a acompañar con entusiasmo el proyecto nacional de la Presidenta...” ha hecho que, entonces, la Presidenta haya “desprofesionalizado” al Ejército colocándolo al servicio de una facción de la Argentina como es el gobierno nacional. Y lo hace quitándole su principal misión que es la defensa de la Nación. La defensa territorial y la seguridad de sus habitantes. Esa misión ha quedado abandonada y se transforma en un instrumento al uso de políticas facciosas de gobierno. Le resta así profesionalidad al Ejército corriendo el riesgo de volver a épocas ya vividas como la de azules y colorados o el Operativo Dorrego de Ejército y Montoneros… Es decir, como si no tuviéramos Historia. Volvemos entonces a ello con un conjunto de políticas que, por parte del kirchnerismo, se han llevado adelante en estos últimos tiempos y que desvirtúan completamente la función original que tiene el Ejército. Es cierto que todos los ejércitos del mundo intervienen en caso de catástrofes, etc., pero no es su misión principal. Son misiones secundarias y nunca debe abandonarse la principal porque, en este momento por ejemplo, si no tenemos un elemento armado que nos defienda de nuevas amenazas, quedamos desprotegidos.

—Lo grave es transformar una institución de defensa en una central de inteligencia.
—Milani es un oficial de Inteligencia ahora jefe del Ejército que, sin ningún antecedente anterior, retiene su cargo de Director de Inteligencia. Aparte de esto, el ascenso de Milani dispuesto por la Presidenta, implica también la designación de otros oficiales de Inteligencia en puestos clave y, además, la extensión de la influencia de Milani a través de la Armada y de la Fuerza Aérea donde ha colocado a hombres (también de Inteligencia) de su amistad y confianza en lugares clave de las otras armas. Involucra, entonces, a la Inteligencia Militar cosa que prohíbe la ley y nunca debió permitirse, en cuestiones de Inteligencia Interna. Cuando esto ocurre a “todos” nos va mal… Y esta es una de las características que tiene esta designación: por un lado, un avance de la Inteligencia Militar involucrándola en cosas que no le competen y, por otro, un embanderamiento de la fuerza en una “facción”. ¿Por qué? Mire, así como los canales públicos no son del Gobierno, sino que pertenecen al Estado, ahora entre nosotros “son” del ¡Gobierno! En el mismo tenor las Fuerzas Armadas no deberían ser del Gobierno, sino del Estado y cumplir la función que les corresponde por ley.


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