Su pontificado se desarrolla a la vista de todos: con una
mezcla de homilías diarias, “confidencias” a amigos, vida sencilla y
accesibilidad física, el Papa ha creado un efecto de proximidad con la gente.
Así sucedió, por ejemplo, con el sacerdote riojano al que
contó detalles de su vida en Santa Marta o con la famosa referencia a la
presencia de un “lobby gay” en El Vaticano.
Ahora, el Papa llamó a un ex alumno suyo que
vive en Italia, el periodista y escritor Jorge Milia, quien transcribió la
charla en la prensa.Contó por ejemplo que el Papa definió a su antecesor,Benedicto XVI, como “un pensador sublime, no conocido o no comprendido por la mayoría de la gente”. “Hoy estuve con ‘el viejo’, charlamos mucho, para mí es un placer intercambiar ideas con él”, dijo Bergoglio, según Milia. “Así lo llamó (el viejo), a la argentina, con ese tono afectuoso que damos a la palabra”, explicó el periodista, quien agregó que “verdaderamente cuando (el Papa) habla de Ratzinger lo hace con reconocimiento y ternura”.
“No te imaginas la humildad y sabiduría de este hombre -le dijo
Bergoglio sobre Benedicto XVI-; no pienso renunciar al consejo de una persona
de esta clase, sería tonto de mi parte”.
Preocupado por la falta de trigo
Milia le dijo que la gente lo veía como un Papa más humano,
al que podían tocar, hablar. Y Bergoglio respondió: “¿Y cómo no? Tienen que
poder hacerlo. Y mi deber es escucharlos, confortarlos, rezar con ellos,
estrecharles las manos para que sientan que no están solos”.
Pero también le contó que “no le fue fácil hacer aceptar
esopor mucha gente de su entorno”. “No ha sido fácil, Jorge, aquí hay muchos
‘patrones’ del Papa y con mucha antigüedad en el servicio”, transcribe Milia
las palabras de su tocayo y ex profesor.
Francisco le comentó que cada cambio le ha costado esfuerzos
y, dijo Milia, “quizá también enemigos”. Lo más difícil fue hacer aceptar que
no le gestionasen la agenda. “Por eso no quiso vivir en el palacio, porque
muchos Papas terminaron ‘prisioneros’ de sus secretarios”, explicó. “Yo decido
a quien veo, no mis secretarios… A veces no puedo ver a quien quisiera, porque
debo ver a quien me lo pide”, dijo el Papa. “Me ha dicho que los Papas han
estado aislados por siglos y que esto no es bueno, el puesto del Papa es con
sus ovejas”, contó Milia.
Bergoglio se mostró “preocupado como siempre por la
situación del país”. “No podía creer que faltase el grano para hacer pan
–escribió el periodista.
Milia se dijo impactado por el llamado. Pero también recordó
que el Papa le dijo irónico: “No te des mucho aire, Jorge, sólo te ha hablado
un amigo”.
El hombre vence al sistema
Con su peculiar estilo, Francisco ha logrado salvar la
distancia de Roma a cualquier punto del mundo y borrar la imagen de la Santa
Sede como una institución cerrada y ceremoniosa. Él mismo se muestra como un
pastor que todos los días habla a sus feligreses, desde lejos, pero con un
lenguaje tan familiar que crea intimidad. Como si hubiese transformado al
Vaticano en una capilla universal y privada a la vez.
“Francisco es eminentemente evangélico”, escribió un
editorialista del semanario francés La Vie. “Es un pastor, en el sentido
etimológico de la palabra –dice Jean Mercier-; su modo de intervención es el de
la interpelación profética, como esos predicadores evangélicos que incitan sin
cesar a la conversión”.
En su opinión, esta insistencia del Papa en la necesidad de
predicar, de evitar una Iglesia encerrada en sí misma, viene “de su experiencia
de jesuita y de pastor en América Latina, donde el ascenso de las Iglesias
evangélicas no ha podido dejarlo indiferente en la medida en que ese
crecimiento se hizo en detrimento de la influencia católica”.
En una entrevista con la agencia especializada Zenit
elarzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo dijo: “El Papa Francisco
es igual a sí mismo, habla en un lenguaje simple, que es el de los barrios de
Buenos Aires (…). Habla de los consejos que le daba su abuela y repite los
refranes de su país”. En Europa Quotidiano, Massimo Faggioli coincide al decir
que Francisco usa “un lenguaje teológico que no es académico sino pastoral” y
que la suya es la imagen de un Papa “más pastor que príncipe”.
Ya en el libro entrevista El Jesuita, de Sergio Rubin
yFrancesca Ambrogetti, publicado en 2010, el entonces todavía Cardenal
Bergoglio decía: “Es clave que los católicos salgamos al encuentro de la
gente”. Y agregaba: “La opción básica de la iglesia en la actualidad no es
disminuir o quitar prescripciones o hacer más fácil esto o lo otro, sino salir
a la calle a buscar a la gente, conocer a las personas por su nombre. (…) Salir
a anunciar el Evangelio”.
También advertía: “Observo en algunas elites ilustradas
cristianas cierta degradación de lo religioso por ausencia de una vivencia de
la fe”. Se refería a una reducción del mensaje a ciertos aspectos de la moral:
“No se le presta atención al kerygma [anuncio del Evangelio] y se pasa a la
catequesis, preferentemente al área moral (…) Y dentro de la moral se prefiere
hablar de la moral sexual (…) Que si esto se puede, que si aquello no se puede,
que si se es culpable”.
“Ya se están afilando las armas”
Sin embargo, esta
imagen pastoral de Francisco no debe mover a engaño. “Desde joven la vida me
puso en cargos de gobierno”, decía el propio Bergoglio en el libro citado, para
luego recordar que recién ordenado sacerdote fue maestro de novicios y apenas
dos años y medio después, provincial de la orden jesuita.
Francisco no renuncia a su vocación por el ejercicio
cotidiano del sacerdocio, pero está decidido a reformar la Curia y a abrir la
Sede Apostólica al mundo. Lo primero lo demuestra su voluntad de no dejarse
atrapar por el sistema, sino hacer que éste esté a su servicio. Lo segundo,
quedó evidenciadoen su viaje a Lampedusa, donde interpeló al mundo por su
indiferencia ante el sufrimiento humano.
Pero nada de esto es sin costo. Como advirtió el ya citado
Faggioli el 10 de julio, “ya se están afilando las armas para deslegitimar este
pontificado o para descalificar el magisterio de Francisco como el de un ‘papa
pastor’ de perfil teológico poco importante”.
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