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jueves, 3 de abril de 2014

Máximo Paganini pide que bajen los impuestos

¡¡¡Socorro!!!, dice en una exasperada excitación, agobiado por el cúmulo de impuestos que paga. Que se suman a la inflación que carcome sus ingresos y los fuertes tarifazos que se avecinan. Quien tendría que socorrerlo no es otro que el Estado mismo, que tiene la potestad coercitiva de recaudar. Recaudación qué, duplicó (con relación al PBI) en los últimos años y qué, particularmente en este año, se verá beneficiada, justamente, por el aumento colosal de precios y tarifas.
El personaje es de ficción, pero las situaciones no son ficticias. Por lo que, quizás sea  oportuno que alguien, como diría Paganini, “le pusiera media pila” a la idea de bajar un poco los impuestos. El lunes catorce, sin ir más lejos, empiezan  a vencer el Impuesto a las Ganancias y los Bienes Personales. Ambos tributos muy respetados desde la técnica tributaria, pero qué, por evidentes defectos de aplicación, pierden su reconocida equidad y terminan afectando principalmente a la clase media trabajadora. Entre otras cosas, por la resistencia del gobierno a corregir adecuadamente mínimos exentos (en Bienes Personales) y mínimos no imponibles y escala de liquidación (en Impuesto a las Ganancias).
Paganini no sabe bien cómo se calcula la famosa Presión Fiscal qué -todos dicen- ya supera el cuarenta por ciento del PBI, pero intuye que en su caso es mucho más.
Para él y su familia el día anual de la liberación de impuestos es, claramente un día del mes de julio porque trabajan más medio año para el Estado pagando todo tipo de tributos nacionales y tasas y patentes municipales.
Los pagan al cobrar el sueldo, el aguinaldo y las vacaciones. Los pagan cuando va al supermercado, en el kiosco, en la farmacia y en todo lugar donde consuman. También con los servicios públicos. Cuando cargan nafta, la mitad de lo que pagan, son impuestos. Los paga su mujer, que tiene un comercio, con la cuota del Monotributo y las cargas sociales de sus dos empleados. En el negocio pagan, además, Ingresos Brutos y un invento carísimo: El Sircreb.
Y hasta pagan impuestos cuando quieren ahorrar, aunque sea mínimamente, en dólares billete o en pesos a plazo fijo. Paga, o bien un impuesto explícito (percepción del 20% sobre la compra del billete), o un impuesto implícito, por la diferencia entre la tasa de interés que le pagan por la colocación del plazo fijo y la tasa de inflación real.
La inflación, ya se sabe, es desde hace tiempo, un impuesto más. Pero este año se le agregan los tarifazos y entonces, para la familia de Máximo, todo es poner y poner. Hasta la tarjeta de crédito, que antes solo daba satisfacciones, ahora es un agujero sin fondo que se agiganta con intereses leoninos que, por supuesto, también pagan IVA.

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