Algo
salió mal. Era la tarde del 19 de noviembre de 2009, y en el Congreso Mariano
Recalde, flamante presidente de Aerolíneas Argentinas, hizo la presentación del
plan de negocios de la compañía que el Gobierno acababa de estatizar: dijo que
preveía pérdidas para los siguientes tres años y, por fin, ganancias desde
2013. "Unos 30 millones de dólares", especificó. El año de cifras en
azul empezó con dificultades: según los datos de ejecución y presupuesto del
Ministerio de Economía, la empresa perdió en el primer bimestre US$ 118
millones, casi el doble que en el mismo lapso de 2012 (62 millones).
Habrá
que esforzarse entonces si se quiere cumplir con aquella proyección. En
realidad, hace tiempo que el propio Gobierno parece resignado. Ni siquiera el
presupuesto nacional 2013 fue tan optimista: fija en US$ 574 millones lo que
necesitará este año Aerolíneas Argentinas.
Habrá
que ver si no son más, como viene ocurriendo últimamente. Por lo pronto, la
sola suma de lo que el Estado le ha destinado a la compañía desde julio de 2008
-cuando la nacionalizó- hasta febrero pasado es significativa: US$ 3566
millones, que le alcanzarían al país para comprar más de tres American
Airlines, al valor que costaba la firma norteamericana la semana pasada en el
mercado (1009 millones). O, si se prefiere el cielo europeo, algo más que una
Air France (US$ 3200 millones).
Las
razones de lo que se supone una ciénaga para el Tesoro nacional son múltiples.
LA NACION intentó, sin éxito, obtener la palabra de Aerolíneas al respecto. Se
descuenta, no obstante, que los criterios para manejar semejante activo,
juzgado estratégico por el Gobierno, no son los mismos que los de cualquier
otro emprendimiento de negocios. Nadie lo dirá en público, pero proliferan en
La Cámpora, corriente que ha asumido la administración y a la que pertenece
Recalde, las quejas por la imposibilidad política de aplicar un plan de retiros
voluntarios con que hacerla más eficiente.
Aquella
tarde de 2009 en el Congreso fue como un anticipo del problema. En el fragor de
la discusión, el mendocino Omar De Marchi, diputado del Partido Demócrata, le
preguntó a Recalde por 150 pilotos que acababan de entrar en esos cuatro meses
estatales, a pesar de que la empresa estuviera volando un 30% menos de horas
que en los cuatro años precedentes. Recalde hizo un silencio. Las
incorporaciones habían sido, además, anteriores a su nombramiento como
presidente. "Es cierto lo de la cantidad de pilotos -contestó por fin-.
Pero también es cierto que volaban sin descanso." De Marchi insistió:
"Pero ¿cuál es el motivo?". La respuesta de Recalde fue ambigua:
"Obedeció a la incorporación que se hizo de una determinada cantidad de
aviones. De todos modos, si la pregunta es si yo hubiera contado con esa
cantidad de pilotos... no lo sé".
Es
cierto que, en la medida en que se puedan incorporar más aviones, esa enorme
masa de pilotos, tripulantes, técnicos y personal de tierra que podría trabajar
con mayor intensidad de lo que lo hace (casi 1000) se irá reduciendo. Según las
planillas internas de la empresa, el "personal no productivo" le hizo
perder en 2012 unos US$ 46 millones. La cifra sigue siendo descomunal: equivale
a dos hospitales como el materno infantil Eva Perón que la presidenta Cristina
Kirchner prevé inaugurar en mayo en Tucumán y que insumirá una inversión de $
150 millones. En realidad, sólo con lo que costó Aerolíneas en enero y febrero
se podrían inaugurar cuatro hospitales más de ese tipo.
De
todos modos, el gasto en "personal no productivo" viene bajando en
los últimos años. Fueron US$ 123 millones en 2010 y 118 millones en 2011. Y lo
que ese rubro significó el año pasado es ya inferior, aunque no tanto, a lo que
la empresa paga por los 20 aviones Embraer que compró: US$ 61 millones.
¿Por
qué, entonces, crecen las pérdidas? Las del año pasado fueron US$ 898 millones,
algo menos de lo que se había proyectado en los últimos meses de 2012, porque
hubo 80 millones que finalmente no se utilizaron. Pero el problema económico de
Aerolíneas sigue siendo estructural. Cuanto más vuela, más pierde, y se vuelve
cada vez más difícil justificar el descalabro en el "país
interconectado" que pretendía inicialmente el Gobierno. Según cifras
internas de la compañía, presentadas días atrás por Jorge Pérez Tamayo, ex
presidente de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas y actual secretario de
la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, el 70% de las
pérdidas sobre ventas corresponde a las rutas a Europa, Oceanía, Miami y
México. "Claramente son errores de management", dice Pérez Tamayo,
que agrega que, por cada dólar que entra, Aerolíneas Argentinas pierde 1,75
dólares. "Además, como necesitan flujo de caja, venden a cualquier precio
y eso aumenta el déficit", sostiene.
Un
recorrido por cada ruta muestra claramente por dónde se va la mayor parte de
los fondos. En el trayecto a Sydney, por ejemplo, el subsidio que el Estado
argentino le da a cada pasajero es de US$ 1585. En los destinos a Madrid,
Barcelona y Roma, de US$ 1013 por usuario. En los recorridos hacia Miami y
México, US$ 623. En los regionales, US$ 286. Y en los de cabotaje, US$ 71.
Pero
el postulado es engañoso. En realidad, es el propio contribuyente el que, a
través de sus impuestos, está subsidiando a 7 millones de pasajeros que vuelan
anualmente por Aerolíneas y Austral.
Sólo
números en rojo
Se profundizan las pérdidas de Aerolíneas
Déficit creciente
En
el primer bimestre de este año, en el que se preveía que empezara a generar
utilidades, la empresa perdió US$ 118 millones
Rutas internacionales
El
70% de las pérdidas operativas corresponde a los vuelos a Europa, Oceanía,
Miami y México
Regionales
En
los vuelos regionales el subsidio por pasajero llega a US$ 286, y en los de
cabotaje, 71
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