Ironías en España sobre la vestimenta de la Presidenta
La
presidenta Cristina Kirchner fue la primera mandataria en mantener un encuentro
con Francisco, y en la misa inaugural de su papado, fue la primera en
saludarlo.
Para
la ocasión, la Presidenta usó un vestido negro. Una nota publicada ayer en el diario El País de España , titulada Tarjeta de
Visita , critica en un
apartado, utilizando un tono irónico, la ropa que eligió, ya que indica que se
trató de un "derroche" de dinero. A continuación el extracto del
texto que hace referencia a la Presidenta:
Cristina Fernández,
con perdón del ¡Hola! que solo tiene ojos para princesas, dio la campanada en
la misa inaugural de su compatriota el Papa Francisco. Fue como la resurrección
de Evita Perón en negro adamascado masivo. Eso es un estilismo presidencial y
cardenalicio a la vez, ¡el auténtico Papa negro! Cristina fue, vistió y venció.
¿Qué habrá pensado Ángela Merkel? Fiel a sus creencias, la canciller alemana
asistió de lo más normal, normalito, (vamos no se puso ni un broche, ni un
pañuelo, ni nada). Al ver este derroche de emergente poderío latino, Ángela,
con las tijeras en el bolsillo, no supo por donde empezar a hacer recortes en
el despampanante look de Cristina. ¡Pelo, sombrero, maquillaje, botox, alta
tecnología dental y tela como si fuera Pampa para regalar! Al parecer el avión
presidencial argentino puede salir del país pero no puede aterrizar fácilmente
en otros porque podrían confiscarlo por las deudas acumuladas, Cristina y su
séquito viajaron a Marruecos y desde allí continuaron hasta Roma en línea
comercial. Fernández siempre buscando una vía alternativa. Es que Argentina
sorprende. Ellos sí que saben cuanto significa una buena tarjeta de visita.
Su vecina, Dilma
Rousseff llegó también a lo grande, con una comitiva de 17 habitaciones en uno
de los hoteles más caros de Roma, ¡Ay, quién fuera país emergente! Un Papa,
pobre o no, necesita rodearse de damas ricas, en la Iglesia esto siempre ha
funcionado así para poder ayudar a los más desfavorecidos, claro, y no es el
momento de ponerse a cambiar tradiciones. Que sigan las fallas, porque la
primavera no falla.
© Diario EL PAÍS
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