El flamante jefe del Ejército manejará unos $ 333 millones
sólo para “espionaje estratégico”, en tiempos que la fuerza no tiene hipótesis
de conflicto. El pasado de Milani.
No estamos en guerra ni tenemos la más mínima hipótesis de
conflicto, sin embargo el presupuesto del Ejército para lo que denomina
"inteligencia estratégica" es el más alto desde que se reinstaló la
democracia. Ese logro militar sólo pudo lograrlo el ahora teniente general
Cesar Milani, flamante jefe de la fuerza y dueño de un aparato de espionaje
superior al de todas las Fuerzas Federales, y con un presupuesto que sólo
supera la Secretaría de Inteligencia (Ex SIDE, hoy SI).
En el Edificio Libertador nadie se asombró cuando el
miércoles el ministro de Defensa, Agustín Rossi, dio a conocer el pase a retiro
del teniente general Luis Pozzi y el ascenso de Milani a jefe del Ejército. De
hecho, PERFIL lo anunció en su edición del 2 de junio.
Cuando Milani se hizo cargo en 2008 de la dirección de
Inteligencia de la fuerza, el presupuesto para esa área, denominada Jefatura II
Inteligencia, era de 150.380.176 pesos. En 2012, el monto se elevó a
347.699.586 pesos. El manejo de fondos reservados, una caja que en teoría es
monitoreada por la Comisión Bicameral de Seguimiento de Actividades de
Inteligencia del Congreso, le dio al oficial un poder tan grande que hasta
llegó a despertar celos en la propia Secretaría de Inteligencia En el 2013 Milani manejó para la inteligencia
una caja de 332.963.472 pesos, pero su presupuesto como subjefe del Estado
Mayor del Ejército era de 8.952.815.714 de pesos. Milani fue el único oficial
en la historia de la fuerza que tuvo el doble cargo de jefe de Inteligencia y
de número dos de la fuerza.
El Ejército sin hipótesis de conflicto y, según la Ley de
Inteligencia, sin posibilidad alguna de realizar espionaje doméstico, tiene un
presupuesto para la llamada “inteligencia estratégica”, que equivale a más de
la mitad de las arcas de la ex SIDE. El
organismo que maneja Héctor Icazuriaga tiene una partida de 612.674.581 pesos.
Es más, la caja que maneja Milani para tareas de
inteligencia es superior a la sumatoria de todo el aparato de espionaje de las
fuerzas de seguridad federales que dependen del Ministerio de Seguridad. Es
decir más que la Policía Federal, Gendarmería, Prefectura, y la Policía de
Seguridad Aeroportuaria juntas.
Veamos: según el Presupuesto 2013, la Dirección Nacional de
Inteligencia Criminal destina para acciones de “inteligencia criminal”
34.925.242 pesos, Policía Federa 156.679.000, Gendarmería 89.783.087,
Prefectura 37.021.523. En total el Ministerio de Seguridad tiene previsto un
gasto de 330.554.247 pesos, es decir que Milani tiene para el espionaje del
Ejército en tiempo de paz 2.409.225 pesos más de lo que el Estado le brinda a
todas las fuerzas de seguridad.
En el 2003, cuando las Fuerzas Armadas no tenían más
hipótesis de conflicto que las que tienen hoy, el Ejército destinaba a la
inteligencia 13.608.002 pesos.
El 15 de junio de 2012, el entonces ministro de Defensa
Arturo Puricelli dijo que “no hay hipótesis de conflicto” y que “América del
Sur es una zona de paz”. Un mes antes, Horacio Jaunarena, ex ministro de
Defensa de los gobiernos de Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Eduardo
Duhalde, advirtió en Radio 10 que en las Fuerzas Armadas hay “un sistema de
inteligencia interna”.
Primer destino: Operativo Independencia
Durante sus años como jefe de la inteligencia militar, el
general César Milani no paró de acumular denuncias en su contra. La última de
ellas es en la que se lo investiga, junto a otros militares, por supuestas
irregularidades en la millonaria compra de alimentos al Mercado Centra que eran
para abastecer a diferentes unidades.
Pero el cuestionamiento más fuerte la realizó el senador
radical Gerardo Morales, quien lo acusó por haber participado, supuestamente,
en acciones represivas del denominado “Operativo Independencia”, iniciado en la
provincia de Tucumán en 1975. Milani egresó del Colegio Militar ese año y, según su legajo, fue destinado al Batallón de Ingenieros de Construcción 141
con sede en La Rioja, pero en comisión en Tucumán. Por eso se lo relacionó con
ese operativo represivo que comandó el general Acdel Vilas,y que ordenó el
Poder Ejecutivo, hasta que en diciembre del 76 fue reemplazado por el general
Antonio Bussi, procesado por delitos de lesa humanidad.