Establecido por decreto en 2010, este feriado evoca la
batalla de la Vuelta
de Obligado, que fue derrota para algunos pero es símbolo de resistencia
victoriosa para otros. Los argumentos de una y otra visión
El 20 de noviembre, Día de la Soberanía Nacional ,
es uno de nuestros feriados más nuevos. Este año se traslada al lunes 25, en el marco de la
política oficial de promover el turismo interior. Pero más allá de este efecto
secundario, la batalla de la
Vuelta de Obligado (1845), el acontecimiento elegido para
celebrar la soberanía, ha sido motivo de polémica.
Consultado
por Infobae, el historiador Luis Alberto
Romero sostiene por ejemplo
que "lo curioso del episodio es que nosotros celebramos como si
fuese una victoria algo que objetivamente fue una derrota militar". "Podemos
decir que fue una derrota honrosa –matiza-, que somos ganadores morales y todo
eso, pero de hecho es que se intentó impedir el paso de las naves inglesas por
ese sitio del río Paraná, pero las naves cortaron las cadenas y pasaron igual.
Y vino esta cosa loca de transformar una derrota en victoria".
Para
Mario "Pacho" O 'Donnell, que preside el Instituto Nacional de
Revisionismo Histórico Manuel Dorrego y que en cierta forma fue el
"padre" de este feriado –además de su cercanía al gobierno nacional
es autor de un libro sobre el tema,La Gran Epopeya-, "aducir que fue una
derrota es desconocer, ingenua o maliciosamente, que éste es un nombre en el
cual se homenajea a la guerra del Paraná, porque Vuelta de Obligado fue solamente el
primer combate de una guerra que siguió en otros lugares del río, como Ramallo,
Tonelero, Quebracho o San Lorenzo, el mismo del primer combate de San
Martín".
O'Donnell
dijo a Infobae que tanto el gobernador de Buenos Aires y jefe de la Confederación Argentina ,
Juan Manuel de Rosas, como el general Lucio Mansilla, que comandaba las fuerzas
nacionales, "sabían perfectamente que fuerzas tan poderosas como las de
las mayores potencias del mundo en ese momento, que venían de conquistar China,
no iban a tener mayor dificultad en atravesar las defensas de Obligado pero que
sí las iban a retardar, con lo cual podrían alcanzarlos con algunos cañonazos
de las pocas bocas de fuego que tenían. Eso se repitió a lo largo del
trayecto por el Paraná y se dice que allí se inventaron las baterías volantes
porque ataron los cañoncitos a las mulas y les disparaban desde la costa".
Además,
O'Donnell destaca el "sitio de hambre" que padecieron los ingleses,
porque "los gauchos alejaron de las costas todo lo que servía para
alimentarse, como los animales, y se quemaban los cultivos", con lo que se
dificultaba muchísimo el reabastecimiento de las fuerzas invasoras. "Todo
eso fue transformando a la guerra del Paraná y a la ida y vuelta por el río en
un verdadero calvario", afirma.
Romero,
que por muchos años fue profesor en la
UBA , y hoy es docente en la Universidad Torcuato
Di Tella, pone en cuestión en cambio el
propio carácter de aquel conflicto de mediados del siglo XIX y hasta sostiene
que no todos recibieron mal a los ingleses: "Otra cuestión problemática en
el caso de la batalla de Obligado es el uso de la palabra nacional porque en
esa época la Nación
todavía no estaba constituida, había provincias, y particularmente en este caso
lo que estaba defendiendo el gobierno de Rosas era algo que tenía que ver
exclusivamente con los intereses de la ciudad de Buenos Aires y su puerto, es
decir, mantener el monopolio del comercio con el resto de las provincias. Lo
que querían hacer los barcos ingleses era aplicar la doctrina que en aquellos
momentos estaba desarrollándose en el mundo de la libre navegación de los ríos
para vincularse directamente con Corrientes donde fueron muy bien
recibidos".
Romero,
por lo tanto, ve más bien una instrumentalización
política detrás de la elección de este feriado: "Más que una
cuestión nacional fue una cuestión de la provincia de Buenos Aires. Transformar
una derrota en victoria y una cuestión ceñida al interés de Buenos Aires en una
causa nacional forma parte de este gran mito de la historiografía
revisionista".
Para
O'Donnell, muy por el contrario, el carácter nacional de Obligado no está en
duda, ya que esta batalla evitó una mayor fragmentación de las Provincias
Unidas: "Nos rompimos en cuatro
países por culpa de los imperios. Si realmente nos hubiesen derrotado en la
guerra del Paraná, hubiéramos sido cinco porque era uno de los objetivos que
tenía la armada invasora, una república de la Mesopotamia ,
constituida por las provincias litorales. Es decir, el sentido de la incursión
era debilitarnos aún más pero por otra parte hacer del Paraná un río
internacional, algo que ya habían logrado con el Uruguay, al hacer
independiente a la
Banda Oriental ".
"Fue una epopeya
extraordinaria y no es casual que historiadores muy conservadores,
antipopulares, la sigan cuestionando", insiste.
Desde
el punto de vista de Romero, hay también un problema de consenso ya que este
nuevo feriado no concita unanimidad y la elección de la fecha se vincula más
bien al relato oficial. "Personalmente no es que me parezca radicalmente
mal –dice-, pero me parece exagerado transformar este episodio que no tiene una
envergadura que se lo pueda comparar con la batalla de Chacabuco o la de
Tucumán. No es lo mismo que el 25 de Mayo de 1810 que hay un acuerdo muy grande
sobre la importancia de la fecha. Es un caso muy típico del
revisionismo que el oficialismo adoptó como política propia. Forma parte de esa
línea discursiva del gobierno de hacerse cargo de la versión revisionista de la
historia y convertirla en versión oficial".
"A
la vez no me parece mal que el gobierno de Buenos Aires haya en ese momento
enfrentado a los ingleses –concede-, forma parte de lo razonable, pero no es
para convertirlo en una fiesta nacional porque a la provincia de Corrientes
particularmente no le convenía esa idea de cerrar el río. De hecho, los barcos
ingleses llegan hasta allí con mercadería, y son muy bien recibidos, hay muchos
testimonios del impacto que causan estos buques y más o menos lo que dicen los
historiadores es que los ingleses descubrieron que las ventajas del comercio
con Corrientes no eran tan grandes como para hacer semejante esfuerzo y
decidieron no volver a insistir y rápidamente ofrecieron a Rosas un
acuerdo".
En
defensa de la fecha y de la actuación de las autoridades rosistas, O'Donnell
recuerda el respaldo que le dio San Martín quien, desde Europa, "apoyó
permanentemente esta acción y advirtió que era inútil que intentaran invadir el
territorio porque no podrían sostenerse por el coraje de sus
compatriotas". Recuerda también que fue por esta defensa de la soberanía
que San Martín le legó su sable a Rosas.
Y cita
una frase del Libertador sobre este episodio: "Los invasores han
comprobado que los argentinos no somos empanadas que se comen sólo con abrir la
boca".
O'Donnell
recuerda también que "el combate continuó luego en las negociaciones, también
muy arduas y muy largas y sostenidas con mucho coraje por Rosas y por su
canciller Felipe de Arana y que culminaron en la rendición de los ingleses,
aceptando las condiciones que les impuso la Confederación Argentina ".
Pese a sus diferencias, ambos
historiadores coinciden en destacar la etapa de la negociación. Romero, por ejemplo, dice: "Después de esa batalla
empieza la parte más notable del gobierno de Rosas que es la manera como
negoció diplomáticamente con los ingleses y los tuvo como cinco años dándoles
vueltas hasta que logró salirse con la suya. Me parece que la defensa de la
soberanía no estuvo tanto en la batalla como en la manera empecinada como
negoció con los ingleses después".
Pero,
agrega, "no es una imagen tan vendedora, es más vendedora la imagen de la
resistencia heroica en el Río, y es curioso que a fuerza de insistir en el
carácter heroico de ese combate la mayoría de la gente cree que ganamos".
En concreto, insiste en su concepto de instrumentalización.
"Es
una victoria moral, como se dice en el fútbol –agrega Romero-; forma parte de
un estilo muy característico de la política discursiva del gobierno esta
especie de grandes falsedades convertidas en actos heroicos. Son las visiones míticas de la historia que tienen una función
política, y el trabajo de los historiadores es pinchar los globos".
Aun
así, no cree que "la primera función de estos feriados sea la historia,
sino el turismo". "Me parece que la primera decisión es cuántos
feriados largos queremos tener en el año y después vemos cuáles fechas se
adecúan. Además, la idea de que el feriado, el 25 de Mayo por ejemplo, consiste
en un gran acto patrio ya pasó de moda".
O'Donnell
no duda en cuanto al valor de este nuevo feriado y su sentido en relación con
nuestro presente: "Es una reivindicación de nuestro coraje ante el ataque
de los poderes extranjeros. No tiene que ser leído sólo como un combate.Es una metáfora que cruza toda
la historia argentina. Nuestra Patria ha sido siempre acosada por los poderosos de
afuera, aliados con sus socios interiores. El tema de los fondos buitre es
igual, no necesitan tirar los cañonazos, nos acosan y quieren dejarnos en
default en los despachos del juez Griesa y por supuesto con la colaboración de
los socios interiores, como pasó en la Vuelta de Obligado cuando muchos argentinos
estuvieron arriba de los barcos invasores."
"Es
decir que constantemente estamos librando batallas de Obligado, algunas las
perdemos y otras las ganamos. Obligado es una metáfora extraordinariamente
clara de algo que surcó y sigue surcando toda la historia argentina",
concluye.
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