El arzobispo de San Pablo era el favorito de América latina.
Pero su candidatura se frustró por la elección de Bergoglio. El poder de la
iglesia con más fieles del mundo.
“Si el Papa es argentino, Dios es brasileño”, bromeó Dilma
Rousseff cuando conoció a Francisco en marzo. Eso podría explicar por qué la
Iglesia brasileña es una de las instituciones religiosas más influyentes del
mundo. Pero hay razones más terrenales detrás de semejante poder, que aclaran
por qué Jorge Bergoglio eligió Brasil como su primer destino como Pontífice.
Allí se reencontrará con los cardenales brasileños Odilo Scherer y Claudio
Hummes, señalados respectivamente como competidor y mentor de Bergoglio en el
cónclave que lo encumbró como Papa.
Francisco llegará el martes a Río de Janeiro para encabezar
la Jornada Mundial de la Juventud. Miles de peregrinos de todo el mundo
viajarán a la “cidade maravilhosa” para seguirlo en las actividades que protagonizará
entre el 23 y el 28 de julio. En el periplo, el Papa buscará seducir a una
Iglesia con una influencia creciente en el Vaticano y una fuerte ascendencia
social y política.
Brasil es el país con más fieles católicos del planeta,
seguido por México, Filipinas y los Estados Unidos. Según datos oficiales de la
Santa Sede, 165 millones de brasileños profesan el catolicismo. Sin embargo, en
los últimos años la Iglesia Católica brasileña sufrió una sangría de fieles a
manos del evangelismo, lo que convierte al gigante sudamericano en una
preocupación de primer orden para el Vaticano.
Al mismo tiempo, la jerarquía eclesiástica brasileña ocupa
un lugar privilegiado en el colegio cardenalicio que elige al Papa. Brasil es
el país latinoamericano con más cardenales electores: tiene cinco y lo sigue
México con dos.
Algunos de esos cardenales tuvieron papeles protagónicos en
el cónclave en el que fue ungido Bergoglio. Uno de ellos es Odilo Pedro
Scherer, arzobispo de San Pablo. En las horas previas a la elección del Papa,
la prensa italiana afirmó que un destacado grupo de purpurados había llegado a
un consenso para elegir al primer Pontífice latinoamericano de la historia. Con
63 años y al frente de la arquidiócesis más grande de Sudamérica, Scherer
parecía ser el candidato ideal.
Pero la sorpresiva elección de Bergoglio convirtió al
brasileño en el Papa que no fue. “Las predicciones no funcionan porque se toman
criterios que no son los más importantes, así que intenté desalentar los
pronósticos y no tomarlos en cuenta”, afirmó Scherer en una entrevista que
ofreció luego del cónclave a Folha, en la que llenó de elogios al nuevo
Pontífice.
“Francisco es un hombre simple y discreto, no es alguien que
se robe la atención –aseveró el cardenal–. Es un hombre santo y sabio, un
verdadero pastor de la Iglesia y dedicado a su misión. Estoy seguro de que será
una persona amiga, un padre de la comunidad clerical. Y al ser un Papa más
joven, podría ser más osado”.
Uno de los artífices de la candidatura del argentino en el
cónclave habría sido precisamente otro brasileño: Claudio Hummes, antecesor de
Scherer en el arzobispado de San Pablo y viejo amigo de Francisco. Según el
diario romano Il Messaggero, cuando Scherer y otros “papables” comenzaron a
ceder terreno, “gracias a la infatigable y paciente red construida día a día
por Hummes se creó una plataforma de consenso para colocar el nombre de
Bergoglio en el momento justo”.
En un gesto de agradecimiento, Francisco invitó a Hummes a
acompañarlo en el balcón de San Pedro cuando apareció por primera vez como
Papa. “En la elección yo tenía a mi lado al arzobispo emérito de San Pablo,
Claudio Hummes, ¡un gran amigo! –contó Bergoglio luego del cónclave–. Cuando la
cosa se ponía peligrosa, él me tranquilizaba”. Francisco reveló que apenas supo
que había sido elegido Papa, Hummes lo abrazó y le dijo: “No te olvides de los
pobres”. Ayer, Hummes dijo estar “impresionado” por esa “simplicidad que
Francisco le quiere dar a la Iglesia, huyendo del exceso”.
En Brasil, Francisco también cuenta con un importante
bastión antiaborto tal como quedó demostrado en la campaña de 2010, cuando el
clero atacó duramente a Dilma Rousseff por su posición al respecto. Está previsto
que el Papa hable de doctrina durante la Jornada. Si se pronuncia otra vez
contra el aborto, en Brasil se sentirá acompañado.
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