El exministro de Defensa critica que el Gobierno aplique un
proceso de “desprofesionalización” de las Fuerzas Armadas que las aparta de su
función: la defensa nacional.
Dentro de pocas horas, se tratará en el Senado y en Comisión
el pliego del general de división César Milani, actual jefe del Ejército. No es
habitual que esto suceda con quien está al mando de estas fuerzas en un
gobierno democrático.
Una situación atípica que también se vio acompañada por la
presentación espontánea de Milani ante la Justicia de La Rioja. Por eso
quisimos consultar a quien fue, con el retorno de la democracia, secretario y
luego ministro de Defensa desde 1983 hasta 1989.
A través de la amplia experiencia adquirida en aquel período
difícil, Horacio Jaunarena considera que el episodio Milani tiene varias
abordajes: uno de ellos es la personalidad del jefe del Ejército en sí misma.
–reflexiona Jaunarena–. Creo que es un hombre que tiene un pasado tormentoso
que debe aclarar. Además, tenemos que ver la manera de tratar las causas que
tiene la Justicia por aquello de la teoría del “dominio del hecho” con la cual
se ha acusado y condenado a muchos militares. Con esa teoría Milani debería
haber sido, por lo menos, citado para saber qué ocurrió con los soldados que
estaban bajo sus órdenes… Es un tema para analizar como también el del
enriquecimiento. Son situaciones para analizar porque hacen a su trayectoria
como persona, como militar. Insisto: debe ser aclarado. También hay que
analizarlo como un instrumento del Gobierno para hacer, con las Fuerzas
Armadas, algo que no se había hecho desde 1983. Le explico: desde 1983 los
gobiernos que se sucedieron respetaron la profesionalidad de las distintas fuerzas.
Y lo que ha hecho Cristina con la idea de “funcionalizar” al Ejército (dicho
con otras palabras: transformar al Ejército en un instrumento del Gobierno para
realizar políticas asistenciales) y a lo que se suma Milani cuando dice “…el
Ejército va a acompañar con entusiasmo el proyecto nacional de la
Presidenta...” ha hecho que, entonces, la Presidenta haya “desprofesionalizado”
al Ejército colocándolo al servicio de una facción de la Argentina como es el
gobierno nacional. Y lo hace quitándole su principal misión que es la defensa
de la Nación. La defensa territorial y la seguridad de sus habitantes. Esa
misión ha quedado abandonada y se transforma en un instrumento al uso de
políticas facciosas de gobierno. Le resta así profesionalidad al Ejército corriendo
el riesgo de volver a épocas ya vividas como la de azules y colorados o el
Operativo Dorrego de Ejército y Montoneros… Es decir, como si no tuviéramos
Historia. Volvemos entonces a ello con un conjunto de políticas que, por parte
del kirchnerismo, se han llevado adelante en estos últimos tiempos y que
desvirtúan completamente la función original que tiene el Ejército. Es cierto
que todos los ejércitos del mundo intervienen en caso de catástrofes, etc.,
pero no es su misión principal. Son misiones secundarias y nunca debe
abandonarse la principal porque, en este momento por ejemplo, si no tenemos un
elemento armado que nos defienda de nuevas amenazas, quedamos desprotegidos.
—Lo grave es transformar una institución de defensa en una
central de inteligencia.
—Milani es un oficial de Inteligencia ahora jefe del
Ejército que, sin ningún antecedente anterior, retiene su cargo de Director de
Inteligencia. Aparte de esto, el ascenso de Milani dispuesto por la Presidenta,
implica también la designación de otros oficiales de Inteligencia en puestos
clave y, además, la extensión de la influencia de Milani a través de la Armada
y de la Fuerza Aérea donde ha colocado a hombres (también de Inteligencia) de
su amistad y confianza en lugares clave de las otras armas. Involucra,
entonces, a la Inteligencia Militar cosa que prohíbe la ley y nunca debió
permitirse, en cuestiones de Inteligencia Interna. Cuando esto ocurre a “todos”
nos va mal… Y esta es una de las características que tiene esta designación:
por un lado, un avance de la Inteligencia Militar involucrándola en cosas que
no le competen y, por otro, un embanderamiento de la fuerza en una “facción”.
¿Por qué? Mire, así como los canales públicos no son del Gobierno, sino que
pertenecen al Estado, ahora entre nosotros “son” del ¡Gobierno! En el mismo
tenor las Fuerzas Armadas no deberían ser del Gobierno, sino del Estado y
cumplir la función que les corresponde por ley.
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