Lo dijo ante cinco uniformados luego de que la Presidenta no
le aceptara la renuncia a su cargo. Aumenta el malestar en la fuerza.
Los cinco uniformados, dos de ellos coroneles, miraban
desconcertados cómo el general César Milani caminaba con los labios fruncidos
de una punta a otra de su despacho mientras planificaba un plan para escapar
del campo minado en que se convirtió su vida después de que se lo acusara de
presuntos delitos de lesa humanidad y enriquecimiento ilícito, entre otros. El
silencio se rompió cuando el general lanzó un anuncio: "Yo me voy a la
mierda, pero me pongo a hacer política".
El jefe del Ejército no había tenido un buen fin de semana.
Un día antes su esposa le había pedido que renunciara. Ella dice que "el
hostigamiento de la prensa" la hace sentir "aterrada". Pero no
fue el reproche doméstico lo que impulsó al general a “gestionar” su pase a
retiro, sino la estocada que le dio el Centro de Estudios Legales y Sociales
(Cels) que preside el periodista Horacio Verbitsky.
Ese mismo día, el Cels emitió un lapidario informe que
vincula al general con delitos de lesa humanidad durante la última dictadura.
Allí se refiere al caso de la desaparición del conscripto Alberto Agapito Ledo,
en junio de 1976. También se menciona el caso de Ramón Olivera, quien denunció
a Milani ante la Justicia de La Rioja por haber participado en la detención y
tortura de su padre.
"La Presidenta no aceptó su renuncia y lo respaldó.
Ahora el tipo (Milani) está subido a la moto, pero sabe que le van a querer
cortar la cabeza de todos lados”, confió a PERFIL un oficial del círculo íntimo
del general en apuros. Con el apoyo de Cristina Fernández de Kirchner, Milani
cree que puede resistir en su cargo hasta fin de año y después estaría
“convencido” de salir a la arena política. “El cree que es Perón, no es joda.
Lo dice en serio”, dice la misma fuente.
Aunque los allegados al general lo nieguen, el escenario
dentro del Ejército es el de una tajante división. Un importante grupo de
coroneles lo mira con desconfianza. Algunos mayores y capitanes, que llegan con
portafolios a la Escuela Superior de Guerra, se quejan en voz baja por la
“politización” de la fuerza. “Nosotros somos parte de un ejército profesional
que no tiene nada que ver con las atrocidades de la dictadura ni con la
política en los cuarteles. Vos fijate lo que sucedió en la historia cuando en
las unidades se comenzó a hablar de política. Bueno, eso está sucediendo
ahora”, explica a PERFIL un capitán que criticó el discurso que dio Milani en
el Colegio Militar el día que asumieron las nuevas autoridades de las tres
Fuerzas Armadas.
“Pretendo aquí un Ejército maduro, mirando hacia el futuro,
con clara esperanza y renovadas ansias, para acompañar el proyecto nacional que
hoy se encuentra vivo e instalado en el corazón y la mente de los argentinos”,
dijo Milani ese día durante su discurso. Cinco párrafos después agregó: “Señora
Presidenta, estamos aquí, orgullosos de nuestra misión y expectantes de nuestro
futuro. Sabemos que quiere un cambio en las Fuerzas Armadas. Sabemos que nos va
a ayudar a recuperar nuestras capacidades disuasivas y a formar parte del
proyecto nacional”.
Un día antes, el general había anunciado a sus allegados,
durante un brindis, lo que iba a decir en su discurso en el Colegio Militar.
Algunos de los que allí estuvieron le advirtieron sobre el tenor de sus
palabras y sobre lo que podía llegar a ocurrir. Milani se enojó: “No sean
cagones, hay que tener más compromiso”. El general está encerrado en su
laberinto, pero no es Simón Bolívar, tampoco Juan Domingo Perón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario