Muchas palabras suenan parecido, pero significan otra cosa y
en Brasil se las llama “falsos amigos”. Claves para evitar el papelón.
Cuando uno llega a Brasil debe saber que el portuñol a veces
ayuda y otras, puede dejarte tecleando o hacerte pasar un regio papelón. Que si
vas a comprar una malla no pidas “un nuevo corpinho” porque tu cuerpito, aunque
un poco flácido y barrigón, tampoco está tan mal. Que si contás tu mejor chiste
y te contestan “qué engraçado” no te mires el pelo: te están diciendo “qué
gracioso”. O que si te da por chamuyar con altura no empieces la frase diciendo
“presuntamente” porque acá presunto es jamón y “jamonmente” suena a cualquier
cosa. Es que arranca el verano, llegan los argentinos y el mito se pone en
marcha: ese que dice que con el portuñol nos entendemos todos.
Esas palabras que suenan parecidas pero significan cosas
distintas y a veces opuestas se llaman por aquí “falsos amigos”. Y crean tantas
confusiones -a veces graciosas y otras trágicas- que motivaron a Claudio
Budnikar, un argentino de San Antonio de Padua que hace 11 años vive en
Florianópolis, a crear el Hispanoluso (está en facebook): una especie de
diccionario que intenta aclarar cuáles son las palabras y frases que suelen
generan confusiones. “Voy poniendo ahí todas las confusiones que voy escuchando
por la calle. Hay algunas graciosas: una vez, una chica brasileña dijo delante
de un grupito de argentinos que se sentía embaraçada por una situación que no
quería explicar. Los argentinos, que no sabían que acá embaraçada significa
avergonzada, se empezaron a reír y le dijeron: ‘No es necesario que expliques,
todos sabemos cuál es la situación que lleva al embarazo’. Y hubo otras
trágicas, como la del turista argentino que entró en un bar desesperado porque
un amigo se estaba ahogando y gritaba: ‘¡Un bañero, un bañero!’. Pero los
clientes, creyendo que se hacía encima, le señalaban la puerta del banheiro: el
baño”.
Acá, se escucha a los argentinos inventar a lo loco: que la
cartinha, que el vasinho que el tenedorcinho. Nadie le pide al mozo el cardapio
ni el copo ni el garfo. Muchos mozos saben y muchos otros no: salsa es la que
se baila y no la que viene con la comida, por lo que si pedís ravioles con
salsa estás pidiendo pasta y que cambien la música. Antes de venir, entonces,
anotá: si vas a comer y el mozo te dice algo de la cadeira no te traumes, te
está ofreciendo una silla. Y que si la alegría se te pega, te pasás de amable y
le decís “la comida está exquisita” le estás diciendo en la cara al tipo que se
mató por atenderte bien: “mozo, la comida está rara”.
Además acá, los brasileños no dicen “apellido” sino
“sobrenome” por lo que si llegás al hotel y te toca llenar una ficha no pongas:
El colorado, El lechón o El narigueta. Difícilmente eso coincida con tu
documento. Y si vas a un boliche y una chica te dice “qué prolixo” con tonada
linda no es un elogio a tu barba recién recortada, mi querido: te está diciendo
“qué sanatero”. Que si te acusan de “surdo” te están diciendo sordo. Que ese
cartel de “borracharia” no es la entrada al bar: es la entrada a una gomería.
Que si vas al centro y ves el libro ‘A menina que semeava’ no pienses en
incontinencia urinaria: es la novela llamada ‘La chica que sembraba’. Y que si
estás escuchando el noticiero y dicen que alguien va “a passos de cágado” no te
imagines a alguien en ese estado tratando de caminar. Dicen, como también
decimos nosotros, que va a paso de tortuga.
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