Como padres debemos de estar atentos a cómo usan los chicos
la tecnología. La prohibición no siempre es buen camino.
De los viejos encuentros de adolescentes en Santa Fe y
Callao, o las esquinas típicas, solo quedan los relatos y recuerdos. Los
adolescentes hoy se encuentran en un espacio diferente: el espacio virtual.
Allí suceden citas, encuentros, desencuentros y finalmente, los lugares de las
fiestas o salidas se acuerdan.
Este primer lugar de encuentro hoy, altamente concurrido es
el espacio tecnológico, las redes sociales en sus diferentes formatos son los
que nuclean a la gente joven y no tanto. Cabe señalar que cada vez son más
chicos los chicos que allí se encuentran y cada vez son más los grandes que
también lo hacen.
El interés principal que encuentran los más chicos en estas
redes es de socializar, vincularse, estar en contacto, entretenerse.
Ellos buscan encontrarse y chatear con gente conocida,
amigos, amigos de amigos, buscan compartir fotos, música, videos, no solo se
escriben sino que también se hablan y se ven.
La constitución de esta nueva forma de realidad, que no solo es el presente sino
también el futuro. Como padres
debemos conocerla y aceptarla,
aprender a convivir con ella, pues como herramienta general tiene muchas
ventajas y con los riesgos o desventajas que esta acarrea hay que aprender a reconocer, resolver y
prevenir.
Ya durante el año escolar, detectamos que el uso de
internet puede ser adictivo para sus
usuarios, mucho más ahora en verano para los adolescentes, quienes al haber
finalizado su ciclo escolar que les organiza el día, el tiempo, ahora están más
relajados, sin presiones ni obligaciones. Todos los días son como fin de
semana. Se convierte en un terreno fértil para sembrar o profundizar la
adicción a las tecnologías.
El insomnio tecnológico es uno de los síntomas más
frecuentes en nuestros jóvenes. El uso abusivo de las pantallas es
contraproducente para conciliar el sueño.
Mientras la televisión los mantenía en un rol más pasivo -de
observadores-, las computadoras, Ipods,
smartphons los mantienen en una actitud interactiva y en estado de alerta y
contacto. Por ende, están menos relajados a la hora de conciliar el sueño ya
que nos mantiene activados cognitiva, emocional y fisiológicamente.
Si bien es importante poder flexibilizar el horario de ir a
dormir durante las vacaciones también es importante que haya cierto límite. Se
podrá negociar con ellos el horario, pero es bueno que exista un horario máximo
de dormirse y también de despertarse, para dar cierto orden a la vida y
dinámica familiar.
Es bueno que los chicos puedan dormir todo lo que necesiten,
después de un año de estrés, tensión escolar, desgaste y cansancio. Dormir es
reparador del cansancio físico y emocional, también permite recuperar energía,
dar lugar al descanso, al ocio, a la nada y a la dispersión, todas ellas son
importantes en su justa medida.
Si bien los más jóvenes se encuentran en el espacio
cibernético, es importante también que puedan mantener encuentros físicos
concretos con sus pares, amigos. Si un padre observa que su hijo se aísla, se
encierra en su habitación o su computadora, o está absorto con su celular, y no
se ve con otros chicos de su edad, en primer lugar debe estimularlo a que lo
haga. Si
se rehúsa, puede estar quedando en evidencia cierta dificultad para
relacionarse, sea por timidez, o motivos más serios como fobia social,
ansiedad, o depresión. En el verano, al no tener que ir a la escuela y tener la
vida organizada de manera estructurada, pueden quedar en evidencia situaciones
que la estructura escolar puede enmascarar.
Por otro lado, chicos que no pueden dejar de conectarse,
están hiperpendientes de su smartphone convirtiéndolo casi en una extensión de
si mismos. Chicos que hasta van al baño con sus teléfonos y no logran hacer
nada sin estar conectados por temor a quedar excluidos de cierta información o
por la ansiedad que les genera esta desconexión puede presentar síntomas de
adicción a la tecnología, encubriendo dificultades para transitar y elaborar
situaciones emocionalmente significativas.
Aunque sean adolescentes y ellos se sientan grandes e
independientes y que en algunos aspectos ya lo sean, aún necesitan de nuestra guía como padres. El sutil equilibrio
entre no ser permisivo sin ser autoritario sigue siendo un desafío,
evolucionar, informarse y saber qué mirar para ayudarlos a crecer con
contención y coherencia transmitiéndoles valores y sentido.
No seamos un amigo
más de nuestros hijos en la lista de sus contactos. Tengamos presente también,
los padres usuarios de las redes sociales, que nuestros hijos nos miran y
aprenden de nosotros más por lo que hacemos, que por lo que decimos.
Autoobservemos, registremos sin juzgar nuestros propios comportamientos y luego
reflexionemos qué modelos de identificación estamos ofreciéndoles a nuestros
chicos.
Y si algo nos preocupa animémonos a afrontarlo. ¿Cuáles
pueden ser los motivos que lo llevan a aislarse? ¿Cuáles son las emociones
presentes cuando no puede relacionarse personalmente con sus pares? ¿Cuál es su
sensación cuando no puede dormir? ¿Por qué no puede desconectarse de su
teléfono móvil, qué necesidades emocionales busca satisfacer? ¿Hay ansiedad,
temor a la exclusión, a quedarse afuera de lo importante?
Obsevemos sin minimizar ni naturalizar situaciones, así como
sin exagerar ni alarmarse. Ojos bien abiertos para detectar a tiempo
situaciones de riesgo y poder intervenir adecuadamente para reencauzar, con
todo el amor que requiere educar a nuestros hijos.
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