Estas inquietantes declaraciones del hombre que intentó
asesinar a Juan Pablo II en Plaza San Pedro en mayo de 1981 fueron hechas a
Radio 24 de Italia desde Turquía, donde vive actualmente luego de estar 19 años
preso.
"Es fácil dispararle también a este Papa, pero nadie
tiene interés en hacerlo", fueron las palabras del ex terrorista, que pasó
19 años en la cárcel por aquel magnicidio fallido y luego purgó 10 más en su
país por delitos anteriores.
"Si alguien quisiese (dispararle al Papa) podría
hacerlo muy fácilmente, insistió. Pero no le importa a nadie. El papa Francisco
es un simple párroco de provincia".
Luego, en la entrevista realizada por el programa La
Zanzara, de Radio 24, se permitió algunas siniestras ironías: "Yo ahora
vivo en Turquía y no tengo ningún plan para matar al papa Francisco,
tranquilizo al Vaticano, Me gustaría dispararle al presidente Obama, sí. Pero
estoy bromeando".
A continuación dijo que le gustaría volver a Italia "para
visitar la tumba del Papa polaco" y encontrarse "fraternalmente"
con Francisco. "Pero el gobierno italiano me ha prohibido volver. Hago un
llamado al Premier Letta para que me deje entrar, de otro modo podría ir
clandestino –siguió diciendo, sin abandonar el cinismo–, no arriesgo nada, ni
siquiera la cárcel". "Quisiera volver al lugar del atentado en plaza
San Pedro, porque no fue un delito sino un milagro. Y dejar una rosa blanca en
señal de reconciliación", agregó.
Su disparo contra Karol Wojtyla, en aquel mes de mayo de
1981, hirió al Santo Padre en la mano, el brazo y el abdomen. Desde entonces,
Juan Pablo II utilizaba un vehículo con vidrio blindado para sus
desplazamientos. Algo que Francisco, hasta ahora, se ha negado a hacer. Además,
Bergoglio complica continuamente a su custodia por su costumbre de tomar
contacto físico con la gente.
Las audiencias públicas de los miércoles en la plaza
vaticana se suspenden durante julio y agosto por el intenso calor del verano
romano. Pero quienes estén en la capital italiana podrán ver al Papa, como
siempre, los domingos al mediodía en el Angelus.
En 1983, Juan Pablo II visitó a Ali Agca en la cárcel y lo
perdonó. Se cree que el ex terrorista turco actuó por orden del servicio
secreto búlgaro que le encomendó asesinar al Papa, un implacable y activo
enemigo del comunismo soviético.
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